Rufino Tamayo aniversario 118 de su nacimiento

Posted by on ago 25, 2017 in Blog, Blog DART | No Comments

Los perros en la obra de Rufino Tamayo

Por: Juan Carlos PeredaAutor desconocido-Retrato de Rufino Tamayo en su jardín, 1964

Rufino Tamayo es uno de los creadores de vanguardia más audaz en el ámbito mexicano, cuyos aportes enriquecieron el desarrollo del arte, sin embargo su punto de partida fue la tradición, tanto para su pintura, como para su trabajo gráfico. Tamayo valoró sobre todo aspectos de la tradición proveniente de sus raíces indígenas en una doble adscripción que incluye lo mismo aspectos conceptuales como los de una factura evidentemente artesanal.

Dentro de los aspectos conceptuales que Tamayo vertió en su obra, se puede visualizar la transcripción de antiguos elementos simbólicos, que en su síntesis adquieren aliento fresco, cobran nuevo valor, que paradójicamente los vuelven vanguardia. Otro aspecto de este surgir de la tradición, es la valoración de los rastros, de la huella de la mano del artista–artesano, que convertidos en recursos técnicos, quedaron voluntariamente visibles en la obra, como elementos, que con elocuencia enriquecen y complejizan cada ejemplar impreso.

Tamayo creó uno de los más amplios y originales corpus de estampas que se hayan visto en el arte del siglo XX. Sus innovaciones técnicas renovaron el largo y constante prestigio del campo de la impresión seriada de la segunda mitad del siglo XX, aun cuando empleo los medios más tradicionales del grabado en madera y la litografía.

Entre sus más de 380 ediciones de estampas, realizadas en diferentes técnicas, y en los talleres más prestigiados de Estados Unidos, Europa y México, dan testimonio de su interés por cultivar el campo del arte impreso, que paradójicamente no fue su interés central, pero que si corrió paralelamente a su pintura. Rufino Tamayo no sólo fue un virtuoso en el manejo de las técnicas planigráficas, sino que se destacó como un investigador que logró aportes significativos al arte gráfico mundial. Los ciclos temáticos se suceden a la par del paso del creador por los más prestigiados talleres de impresión del mundo.

Acaso el limitado repertorio de formas y temas, voluntariamente asumido, centraron la atención y la energía del artista, para apartarse de las argumentaciones locales que pudiesen asociarlo con la política y la exaltación histórica del nacionalismo. Así, Rufino Tamayo buscó crear en su larga trayectoria gráfica, series que reiteran temas, sólo para mostrar su enorme capacidad creativa. Así las naturalezas muertas protagonizadas por rebanadas de sandía, los animales, como los perros y cierta tipología de personajes que, según cada momento de creación, dialogan con las criaturas de artistas vanguardistas internacionales como Miró, Picasso y Dubuffet, pero también con el arte antiguo de México y el popular.

Perro ladrando a la luna, 1942

Perro ladrando a la luna, 1942, óleo sobre tela, 120 x 85 cm

Animales, 1941 HDE

Animales, 1941, óleo sobre tela, 76.5 x 101.6 cm

 

Así mismo los animales, específicamente los perros, que habían sido vehículo eficiente para que el artista creara, en su pintura una metáfora plástica de la violencia humana, durante los tiempos aciagos de la segunda guerra mundial, siguieron estando en la preferencia estética del artista, ya no de tiempo completo como la encarnación de obscuras emociones humanas, sino como elementos de gran belleza y poderío estético, como amigos del hombre, eventualmente también como antagonistas.

Chacal, 1973 E

Chacal, 1973, litografía, 57 x 77 cm

La elegante y lacónica figura de un perro prehispánico, dibujado de perfil y puesto a contraluz, acaso sea el jeroglífico que con más elocuencia y belleza logró el artista. La economía de formas y la fuerza del contenido son uno. Nuevamente la antigua expresividad de formas ancestrales se vuelve síntesis contemporánea, despojada de detalles que límpidamente muestran la efectividad sin tempo de lo tradicional, que Tamayo transmuta en moderno. En esta litografía, el manchado terso y atmosférico, que rodea la imagen, quizá evoque las patinas que le han dado los siglos a las cerámicas prehispánicas que la inspiraron.

Perro, 1973 E

Perro, 1973, litografía, 56 x 76 cm

 

Otros perros refrendan la capacidad creativa de Tamayo, y cada vez que retoma el tema, se renueva para mostrar nuevos abordajes de la figura de ese animal, las imágenes de los canes de Tamayo, van desde las entrañables compañías que conviven con el hombre, hasta las simbólicas.

Perro aullando, 1960 E

Perro aullando, 1960, litografía, 50 x 65.2 cm

El perro mueve la cola, 1974

El perro mueve la cola, 1974, mixografía, 56 x 76 cm

Otras veces, los perros son amenazantes fieras que destierran al género humano del paraíso terrenal, como aparecen en la magnífica mixografía titulada Dos personajes atacados por perros, de 1983.

 

Dos personajes atacados por perros, 1983

Dos personajes atacados por perros, mixografía, 151.2 x 120.3 cm

 

Así los canes de Tamayo, son símbolo, juguete, icono, expresión y síntesis, cada uno referente de la inagotable inventiva del artista.

Perro de Luna, 1973

Perro de Luna, 1973, litografía, 57 x 77 cm

Perro, 1979 E

Perro, 1979, aguafuerte, 56 x 76 cm

Perro herido 1990

Perro herido, 1989, litografía, 59 x 73 cm

Chacha, 1973 bj

Chacha, 1973

Cuco, 1973 bj

Cuco, 1973

Perro prehispánico

Perro prehispánico, 1990, litografía, 87.5 x 68 cm